La encrucijada del diálogo de Eyzaguirre y la estrategia de las izquierdas

Durante el mes de marzo se ha desarrollado un importante debate entre las organizaciones de izquierda en torno a la invitación a diálogo por parte del ministro Eyzaguirre. Lo que está en juego es la actitud frente al nuevo gobierno, las demandas que estarán en el centro y las tácticas que guiarán las movilizaciones estudiantiles. La respuesta dada por las distintas corrientes muestra cómo se ubicarán ante este tipo de encrucijadas, las que marcarán el año que se abre. 

 

El oficialismo en el seno del movimiento estudiantil

 

Se ha destacado en diversos medios que las organizaciones de la Nueva Mayoría han perdido influencia en el movimiento estudiantil. Es cierto. Pero esto no significa que se quedarán de brazos cruzados. Todo lo contrario. El “oficialismo” dentro del movimiento estudiantil, liderado por las Juventudes Comunistas, hizo todo lo posible para que la idea de sentarse con el ministro sin establecer pisos ni exigencias claras fuese mayoritaria. Argumentaban que no teníamos que tomarnos la invitación como una amenaza y que debíamos asistir para plantear la demanda de acabar con el lucro en todo el sistema (y no sólo en las instituciones que reciban financiamiento estatal como ha planteado Eyzaguirre) y por un financiamiento a la oferta y no a la demanda. Y claro, un diálogo en estas condiciones es completamente servil al gobierno, pues le permite conservar en sus manos la iniciativa política y darle legitimidad social al programa de Bachelet.

Estas organizaciones se opusieron tajantemente a votar ciertos pisos o exigencias que respondieran de lleno al debate educativo abierto: ¿deben las instituciones privadas recibir fondos del Estado? Y es que la demanda por acabar con el subsidio a los privados es justamente la que permite poner al descubierto el carácter mercantil de la reforma de Bachelet, y sabemos que las Juventudes Comunistas vienen instalando la idea de “sentido público” que difumina la frontera entre lo público y lo privado. Hoy esa es la política del gobierno, y uno de sus más radicales defensores es Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales.

Por su parte, la Izquierda Autónoma también se negó a definir estos pisos, puesto que según ellos no conviene entrar a estas “minucias técnicas” que pueden dividir a movimiento. De lo que se trata, según ellos, es de marcar una “diferencia ideológica” con el gobierno, pero no aclaran en que recaería ese discurso.  Suma y resta, ¿el resultado? una mesa favorable al gobierno y desfavorable para la lucha estudiantil.

 

El diálogo que votó la CONFECH

 

Finalmente, la CONFECH decidió sentarse con el ministro. Javier Miranda, dirigente de la UNE actuó como vocero y planteó que “aceptamos la instancia de diálogo con el ministerio de Educación. Nos vamos a presentar (…) en forma de emplazamiento directo hacia el Ejecutivo y al Gobierno que asume hace poco tiempo y que propone una reforma educativa, la que hemos planteado diferencias y elementos que no quedan claros”. No se especificaron las exigencias ni el plan de lucha del movimiento estudiantil, simplemente que habrá un emplazamiento (¿a qué?), que hay diferencias, que es un diálogo y no una negociación, y que hay puntos poco claros en el programa de Bachelet. Tampoco se definieron fechas de movilizaciones. Así caracterizado, es un diálogo a la talla de Eyzaguirre.

¿Pero por qué terminó imponiéndose la orientación de las Juventudes Comunistas y la Concertación, si la UNE y el FEL tienen mayoría en el CONFECH?  Simplemente no ofrecieron ninguna alternativa y por esa vía se subordinaron al oficialismo. El FEL, por ejemplo, se debate entre la tesis de que el movimiento estudiantil está desgastado, y que ante un gobierno fuerte lo que queda es definir un petitorio unificado o proyecto educativo; y la tesis de que “hay que mantener el conflicto abierto”, pero sin especificar cómo. Este debate está en la base de su “zig zag” y ambigüedad de su política. Lo que está detrás de la confusión y subordinación de este sector de la izquierda, es su estrategia de “presión” hacia el gobierno y el parlamento, que es la estrategia que ha dominado al CONFECH durante estos años y que hoy más que nunca nos lleva a un callejón sin salida. Como salida a la coyuntura plantean que el centro debe estar puesto en las jornadas de discusión de las bases, pero durante estas semanas (que era el momento de organizarlas con todas las energías e iniciativas posibles), se limitaron a las asambleas rutinarias de rigor. Y hoy todavía no vemos un plan serio y ofensivo para garantizar una discusión masiva y resolutiva desde las bases.

Por último, los diversos colectivos que propugnan la “acumulación de fuerzas” como estrategia del momento, brillaron por su ausencia. Grupos como el Guachineit, el GAP o la Juventud Guevarista se han quejado de cómo se definió el diálogo. Pero no basta con las quejas. Estas organizaciones no han sido útiles ni para responder a las coyunturas de lucha, ni para responder a los debates políticos cruciales. Es decir, son incapaces de ser una alternativa de izquierda en el movimiento estudiantil.

 

¡No hay diálogo sin Plan de Lucha, ni negociación sin movilización!

 

En un momento en donde la mayoría de los estudiantes se mantiene en una “pasividad expectante”, y en donde el gobierno toma la iniciativa, es fundamental que como movimiento estudiantil recuperemos la iniciativa para poder pasar a la ofensiva. Instalar la idea de que sólo conseguiremos nuestras demandas mediante los métodos de la lucha de clases es una premisa indispensable. En el juego de las maniobras, el parlamento, la prensa y la “opinión pública”, el gobierno tiene todas para ganar. Nosotros tenemos que enfrentarlos con claridad política y, sobre todo, con la fuerza de la lucha de estudiantes y trabajadores.

Y esto hay que traducirlo en política. Desde la ACR, junto con otros grupos y activistas, impulsamos la moción de que no puede haber diálogo sin un plan de lucha, ni negociación sin movilización. Hay que ir al centro del debate y exigir como pisos la educación gratuita ahora financiada completa y directamente a las universidades de propiedad estatal, el ingreso irrestricto a la educación pública, el cogobierno triestamental, el paso a planta de los trabajadores en la universidad y la estatización de toda universidad privada que quiebre o lucre y también la estatización de las instituciones en donde estudiantes, profesores y funcionarios así lo decidan. Para esto es necesario organizar asambleas masivas por universidad y encuentros de delegados bajo democracia directa, en donde se voten estas posturas y se defina un plan de lucha junto a los trabajadores para arrancar nuestras demandas al nuevo gobierno.

 

30 de Marzo

Escrito para la sección de polémicas, periódico “Clase contra Clase” n°214.

 

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